30 enero 2006

El barrio como hecho socio-físico

Durante el primer módulo del taller La cultura del barrio Pedro Trigo, s. j. hizo especial énfasis en la importancia de la cultura del barrio, valga la redundancia.
“La gente del barrio es la que hace de la necesidad una virtud; la gente del barrio son quienes están codificando lo no codificado; están haciendo cultura”.


El primer módulo del taller—El barrio como hecho socio-físico—estuvo a cargo del padre Pedro Trigo, reconocido por su ardua labor social en varias comunidades populares de Caracas.

El tema discutido giró alrededor de varios tópicos desarrollados en el libro del padre Trigo, que lleva por nombre La cultura del barrio, a saber: la incultura de los barrios (opinión vigente), la novedad histórica de los barrios, las fuentes de la cultura suburbana y las manifestaciones de la cultura del barrio.

No obstante, estos tópicos están enmarcados dentro una serie de proposiciones que permiten comprender que detrás de todos y cada uno de los barrios de Caracas “existe un mundo con una calidad humana increíble”, según reiteró el jesuita.

La diferencia entre las culturas tradicionales venezolanas y la cultura suburbana es que la segunda hace cultura y la primera tan sólo mantiene el statuo quo. En palabras del padre, mientras las culturas tradicionales recodifican lo codificado; la cultura suburbana, específicamente, la cultura del barrio codifica lo no codificado.

“La única novedad antropológica del mundo está pasando aquí y ahora y tenemos que aceptarla: el abandono de los barrios por parte de las grandes ciudades es lo que hace que la gente de los barrios sea cualitativamente humana. Quienes de verdad, verdad están haciendo cultura es esa gente”.

Parafraseando, como la gente de esas comunidades no pueden seguir las normas y valores del campo —de donde la mayoría viene— y tampoco se rigen —porque son excluidos— por las normas institucionales de las ciudades tienen que inventar, crear y organizar su propios valores, sus propios roles, sus propias normas. He allí la dignidad humana, la calidad que en muchos lugares del mundo —ni siquiera en los lugares más propicios para el desarrollo intelectual y social—no existe.

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