29 enero 2006

El comercio en la calle

Una serie de estudios realizados en el IESA por María Eugenia Boza y Alexandra Ochoa ha permitido construir una visión del comercio de la calle dinámica y empresarial.


No hay nada más alejado de la realidad que creer que todos los buhoneros son iguales; que su mundo es extraño, desconocido y desordenado. Más allá de la comida, la ropa, los accesorios y pare usted de contar, existe un verdadero comercio en las calles venezolanas.

Ahora bien, para poder comprender esta dinámica comercial es indispensable partir del tipo de instalaciones de los comerciantes. La pirámide de las instalaciones está conformada de la siguiente manera: en la base están los vendedores ambulantes, luego los que venden en el piso, después los que venden en las mesas y, por último, los que tienen puestos grandes y tienen más oportunidades de llegar a la cúspide: un quiosco.

Los vendedores ambulantes también son llamados “charleros”, porque su negocio consiste en hablar. Sus implementos de trabajo son, básicamente, las manos y la voz. Venden en las autopistas, semáforos y en las calles. Tienen, como señalan con énfasis María Eugenia Boza y Alexandra Ochoa una zona de trabajo, pero no punto de ventas.

Los comerciantes que venden en el piso son los que vende, entre todos, la mercancía más barata: “si el comerciante no tiene para instalarse mejor tampoco tiene para invertir en mercancía”, acotan Boza y Ochoa.

Después está el buhonero con mesa. Este es una etapa importante dentro del comercio en la calle; por ello las investigadoras apuntan: “Unos burros y una tabla hacen una mesa, pero hay un gran camino del piso a la mesa Para tener una mesa hay que tener un espacio propio, lo que implica haber establecido un derecho de uso (…).Es común que, ya en este rango, el comerciante tenga empleados. Se convierte en propietario y se dice microempresario”.

Finalmente, antes de llegar a la cúspide, están los puestos grandes con exhibidores, rejillas y hasta espacio utilizados como probadores. Estos son comercios establecidos. Ya, en la cúspide, están los quioscos, la “tapa del frasco”. Aunque tienen hasta permisos municipales, son todavía parte del comercio en la calle.

Se observa, entonces, que más que un grupo de buhoneros desorganizados, los vendedores de la calle están inmersos en una dinámica económica, que propicia, a largo plazo, un desarrollo económico.

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